miércoles, 23 de marzo de 2011

Hablaralgo

Mentira: no tengo espacio ninguno. Este espacio, evidentemente, no es mío. Ni siquiera quisiera, tampoco. Pero sí tengo la oficialidad, porque por ejemplo, pudiéramos tener igualdad de intervención, sin embargo no es así. Y en eso, no mando yo, manda el sistema. El sistema, entonces, siempre. Bueno, entonces, chau, qué hacía yo acá?
Pero desde los punks hasta  los cocainómanos, todos y todas buscan un sistema. Alimentarse. Pero no. No hay alimento que valga..
El viaje, desde luego, como dice Federico, no sería igual sin el sufrimiento. Entonces, por qué hay tanta gente hoy que quiere huir de eso? Huir, no más. Pues hay que buscar más.
En la radio dicen que es una petición de libertad, gente que tiene estudios..Por lo de Libia, me refiero. Como decía el protagonista de Sobre Héroes y Tumbas, cuántas maestras y maestritos, cuántos nazis no eran ilustrados e ilustradas..Qué tendrá que ver, lo que quiere alguien, con los estudios que tenga. Como si ir a la Universidad fuese seguro de algo. Al contrario, hermanos y hermanas de Hablaralto.
Volviendo a buscar mi primera entrada, retomando, digo que abandonaré este espacio, como abandonaré todo espacio, porque temo convertirme en un estúpido, que piense que sin esto no soy nadie. Como dicen las estúpidas y los estúpidos por la radio. Que ya no se es nada sin Internet, o sin tal o cual aplicación. Bueno, no está mal. Se puede escuchar la radio, de otros lugares. Eso es lo mejor. La televisión se ve como el culo, pero bueno, algo va. En fín. Lo que pasa es que hace unos días tuve que desenchufar, y menos mal, porque ahí me di cuenta de lo hermosa que es la vida, sin este aparatito. Y no porque sea un desagradecido, al contrario. Pasa que yo tengo una pantalla que es muy malévola. Tanto, que me recuerda que, en realidad, no ha sido adquisición mía, sino de mi madre. Cierto.
Tal vez temo convertirme en lo que ya soy: en un ser fantasmagórico, y este es un espacio ideal para estos caracteres. Entonces, me viene mucho mejor el mundo tocable, palpable, aunque sea para verlo también desde afuera, sin llegar a acariciar nada, en realidad. O sí: ahí están las caricias, queridas, necesitadas.