jueves, 9 de diciembre de 2010

Esta noche: Versión original, subtitulada

A través de los nombres, de las designaciones, conocemos todo aquello que está en nuestro campo de acción, e incluso más allá, a lo lejos, muchas veces inalcanzable, irreal, imposible..pero cierto.

Imagino a esas niñas que crecen pensando en el amor, en cómo será, en cómo será la otra persona, será así, me hará esto, me dirá esto otro. Luego, una vez han madurado, se dan cuenta de lo difícil que es llegar a un punto de encuentro medianamente válido. Primero, cuesta retroceder en ese gran sueño vivido desde la pubertad, desde la más tierna e impresionante de las infancias, en algún caso.  Esa figura que se fue construyendo, y que es la de quien ellas han elegido, o no, es quien tenga que ser, cobra vida por un momento, por un tiempo, a veces para toda la vida, a veces vagando como en un sueño, como en la Milonga del Tartamudo, de Zitarrosa.

Para mí es algo nuevo. Sin embargo, descubrirme en el amor también con sus palabras, también con sus títulos, es algo que me enorgullece.
Está claro, no obstante, que los títulos están bien si lo que hay detrás, o delante, o por todas partes, está bien, lo representa, representa dignamente y reproduce fielmente lo que el título quiere decir. O a veces se le da la vuelta, o se interpreta de una manera más actual, más con los tiempos modernos, si se puede llamar así.

Yo no sé qué quiere decir Marido; pero me encanta poder llamarme así para mi Señora, para mi Amor, para mi Esposa. Aunque, éste último, más bien suene a cadena, a presidio. Quizá van por ahí los tiros, esperemos que no nos lleguen a dar de lleno en nuestro cuerpo. Que tengamos la mente despejada, el alma liberada, nuestra espalda cargando sin desmerecer, nuestra voluntad de querer intacta, nuestra alegría de ser viviendo, de estar y ser, nuestra alegría de la tristeza, de la sorpresa.
Por eso, estoy orgulloso y feliz de poder compartir todos estos títulos: Hijo, Padre, Hermano, Su Señor, Su Marido, Su Esposo, Su Loquequiera, Su Diego, Su Niño Grande, Su Tío; Yerno, Suegro.Padrino, Tío, Compadre, y tendría que añadir uno a título particular: Compadrito. Y otro más, de yapa, de regalito: Su Amor.

Los hombres somos de una estirpe bien rara, la verdad. Pero somos así. Es cuestión nuestra entendernos, saber qué somos en la historia, qué representamos, qué cartas debemos poner encima de la mesa, como la canción de Bob Marley, on the table..
Pero, sin duda, que en esa tarea nos abrirán los ojos como nadie aquellas personas a quienes amemos. La persona a la que amamos. En mi caso, la mujer a la que amo. Entonces, y desde hace muy poco tiempo, he descubierto que yo también tenía sueños de amor, que también conozco lugares de mi infancia relacionados con el amor,con la creación e imaginación del amor, y entonces puedo saberme como persona capaz de amar, por una vez, y para siempre. Esta sensación, este sentimiento, esta certeza, la encuentro en todos mis rastros, y como no iba a ser menos,en  las definiciones de las diferentes uniones entre personas y familias.

Tengo que decir que la lectura de El Segundo Sexo, hace un tiempo, me ha ayudado un poco a conocer lugares no transitados por mí, hasta ahora, porque siendo hombre y estando entre dos varones mayores que yo y sólo una mujer, mi madre, uno se entrevera demasiado en asuntos poco claros, no hay una separación, o un aprendizaje concreto de algo. Entonces, leer de adulto, si se puede dar este título también, pero ya ven, queridos y queridas lectoras, con minúscula, de momento; leer de adulto, decíamos, a Simone de Beauvoir me ha abierto la perspectiva, me ha dejado otra impresión de mis conflictos con el sexo compañero a lo largo  de toda mi vida. Y siempre encontraba que los conflictos me salpicaban más de lo que pensaba, y me salpicaban para ensuciarme, para dejarme a mí en una posición muy incómoda, difícil, y engañosamente inferior. Entonces me puse a trabajar. Quise saber más cosas, quise aprender a amar, o a relacionarme. Las situaciones se fueron dando, las verdades y las mentiras de mi propio pensamiento salieron a la luz. Hoy no me arrepiento de nada, porque sin ese trance previo, hubiera sido imposible acceder al limbo en el que hoy vivo, junto a Mi Amor, a quien pido permiso para evocar, y para llamar, porque su nombre, y su nombre verdadero, aunque Mi Amor, para mí, es lo más verdadero, es lo más lindo de todos los títulos. Pero no, voy a ser discreto, y me voy a guardar para mí mi tesorito, voy a proteger a Mi Niña Grande.
Sólo espero que no se ofenda, por estas palabras, por esta publicación, en general. Han sido palabras venidas del corazón, y surgidas en el fuego de su amor, en la hoguera tranquila y sosegada de su amor, en donde nos hacemos más grandes, flotamos, volamos, somos mariposas, olemos a Sándalo y Madera, para evocar nuestra libertad, para llegar a ser completamente grandes, a la vez que no dejamos nunca de sentirnos como la cosita más chiquitita del mundo. Escalofriante, el sentido del amor..Por eso estamos aquí.

Para tí, mi amor, dedico este número, y también el espacio entero, el de este lugar, y el del espacio infinito. Tú sabes quién soy, por tanto perdóname que no te nombre con tus preciosas letras; me lo has de saber perdonar. Te ama y te quiere, Tu Señor.