lunes, 6 de diciembre de 2010

Las diferentes lenguas animales

Repasando las notas para la publicación de este espacio, amables lectoras y lectores, he podido percatarme de una transigencia, si se pudiera llamar así, en cuanto al  significado de una de las expresiones del número dos del mes de diciembre del año diez, vertidas sobre este lienzo electrónico. Me estoy refiriendo al hallazgo de una incorrección aparente en el manejo de la misma, en el curso de mi intervención. Se trata del pasaje final, en donde hago hincapié en las fórmulas siguientes: " Hablar alto y hablar en alto " Puedo imaginar que ustedes se habrán dado cuenta, conmigo, en que lo que habría querido escribir sería la expresión " pensar en alto ". Bueno, yo tengo que remitirme a mi técnica impresora; esa que me lleva a leer todo lo que he escrito una vez terminada la narración, en el deseo de que nada se quede en en tintero, con el fín de que puedan llegar a leer todo lo que he pensado. Pero, no obstante, y como sucedía en el primer número, siempre puede existir una errata; un despiste,digámoslo así. Es, desde luego, seductora la idea de poder ser leído. Por tanto, no menos imprescindible será la necesidad de encontrar todo en orden. Mas, en ocasiones, no hay mal que por bien no venga, y viceversa. Ya que hemos encontrado otro filón para poder, una vez más, encontrarnos con ustedes en esta maravillosa experiencia, plasmada en un tercer número. De momento, este tercer número no tiene título, porque hallo que siempre es mejor dejar que fluya la nota para, una vez concluida, ahí sí, extraerle lo intrínseco, lo escondido, lo nunca escrito, o lo escrito en conjunto. Sin embargo, en el caso del número dos, esto estaba claro desde el principio, y fue el motor de arranque: " Por qué hablar alto? 
Si nos remontamos a las raíces latinas, el término " alto" venía a hablar de la profundidad, como ahora seguimos utilizando para el mar, esta sensación de profundidad: alta mar. En consecuencia, el tan deseado término nuevo, ya, de " hablar en alto", podría instarnos a querer hablar en esa misma profundidad, por cuanto no hay pocas reflexiones, ni historias fantásticas o verídicas, que tratan sobre la interpretación que le da nuestra especie al hecho marítimo, oceánico, hidrográfico, fluvial, en lo que a nuestra existencia como tal se refiere. Cada quién vive de un modo diferente el encuentro con la madre agua. Representa la memoria de lo que fueron los posibles inicios de nuestro planeta. Puede saber más que cualquier otra característica meteorológica, dado su parentesco con lo que se ha podido intuir como una original expresión, en los términos más científicos. Pero también en los códigos históricos, grupales, tribales, está el agua en todo centro. El agua es el fuego, que después fue hielo, o sea que el fuego, antes de ser hielo, fue agua.Y así en un círculo acuático sin fín. Por lo que estamos encantados de haber incurrido en ese deslizamiento expresivo primero, para poder entrar un poco más en nuestro pasado, así sea de una manera muy prosaica. El hablar en alto, vendrá a significar, para lo que nos concierne, no sólo el pensar y no decir, que como el fuego, fue primero agua; será hablar en alto, en profundidad, desde la profundidad, y para la profundidad. Hablar en alto, queridos lectores y lectoras, viene a constituirnos como conjunto animal capaz de remontar los inicios de nuestra vida fuera de aquí. Aunque yo estoy seguro de que el resto de las especies lo hacen también; igual, cuando no mejor, que la nuestra.