jueves, 9 de diciembre de 2010

Un pato y el Capibara

Y como siempre hasta ahora, queridas y queridos amantes de Hablaralto, entramos con una patada. No patada violenta, ya veremos, pero creemos que no: patada por lo del pato, un paso una cagada. No se asusten por la expresión, es de lo más normal y agradecida. Y además la patada o el pato, en este caso, sigo siendo yo.
Pero felices las patadas que vienen así..
Hace unos cuantos años, cuando contaba unos dieciseis o diecisiete, sentí en mis adentros una patada infernal, que me hizo perder el aire, que me hizo pensar que me iba a morir, de falta de aire. Fue una patada que acabó en el hospital, o que me llevó al hospital, donde permanecí durante un mes, con los cuidados de mi familia, amistades, y bajo la supervisión médica. Esas patadas, o esas jugadas, como diría un periodista acerca de mi caso, terminó mal. Yo jugaba en los juveniles del Deportivo de A Coruña, de fútbol, y por tanto fui noticia, durante tiempo. Aquí en Fene también he sido siempre noticia. Por el fútbol, por ser uruguayo, o por lo que fuese en cada momento. Yo nunca he sentido esa necesidad de ser noticia, sí la necesidad de ser libre, de realizar actos que me lleven a ser mayor. A estar mejor, a disfrutar de mí y con los demás, de mí con las demás personas. A pesar de mi relativa relevancia local, he podido hacer siempre lo que he creido conveniente, no por ello ganándome algún tipo de fama, como suele ocurrir en las colectividades y poblaciones de un escaso número de habitantes. Pero a fuerza de entregar todo lo bueno y malo, todo lo único que tengo y puedo ofrecer, me he ido abriendo paso, y por lo menos, si mañana tuviese que marcharme a otro lugar, si mañana u hoy mismo dejase de estar aquí, amigas y amigos, me iría con la conciencia tranquila. Si acaso con la pena de no haber podido hacer más, pero no por no querer, sino por no saber. Eso tranquiliza.
Mas esta patada a la que hacíamos referencia viene dada por la diosa Fortuna, creo yo. Porque, he de ser sincero, ante todo, cuando inauguré este espacio preguntábame de qué podría hablar yo, qué podría decir que le interesase al conjunto del orbe. Pues en este caso, cuando escribe, uno no sabe a quién ni para qué va dirigido todo esto. Animado por un compañero y amigo, a quien descubrí como tal hace muy poco, construí este espacio, sin mucha complejidad, como me anunció él. Otra cosa es irlo revistiendo de un cierto encanto. Pero desde luego, para mí es un placer poder hacer lo que me gusta, aunque no a cualquier precio. No de cualquier manera. Este amigo me anima porque dice que tengo buena pluma. No obstante, escribo en una revista local, de la que él es el director. Por lo tanto, yo presto atención a lo que me dice, y un sábado, después de ir a cobrar los servicios prestados a su casa, le confesé que estaba muy halagado por sus palabras, y que a partir de lo que me dijo, me puse a pensar, en la posibilidad de poder escribir algo, y poder ganarme el pan. Algo difícil, sin duda. Pero él tampoco me desanimó en esta segunda vuelta, muy al contrario. Por lo tanto, cuando regresé a mi casa, me puse manos a la obra en algo que había escuchado que era muy fácil, como la creación de un espacio como este, pero que, pensé, nunca iba a ser algo destinado a mí. Por esa razón, de momento prefiero solamente escribir, no quiero meterme en harina de otro costal. Empecemos por lo que más o menos podemos tener cierto control, cierta seguridad. Aunque, en mi vida, puedo asegurarles, no es un valor desarrollado en terrenos vastísimos, el control o la seguridad, sino en alguna que otra región, algún páramo, como el de Pedro. Es una especie protegida, como el Capibara, animal que mostraba Félix Rodríguez de La Fuente en " El Hombre y la Tierra".

Y a qué vengo, entonces hoy? Ahora? Porque no puedo hablar por días, desde el inicio de estas publicaciones, sino de horas, en ocasiones. Pues vengo a decir que, con la mayor de las sonrisas, y de las carcajadas, incluso, vi que prometí la titulación de un número como " El Padrino"  para terminar retitulando: " El Padrino y la Madrina ". Es por eso que mis pasos de pato, para sorpresa de mi mejor humor y alegría, a la vez que para indignación de mi ego y de mi sentido del ridículo, no terminan de caminar junto a ustedes. Es así, no podría darme a conocer ante el Cosmos de otra manera. Soy feliz ante estas situaciones. Está de más que se lo diga a ustedes, que os lo diga.
No así tanto descuido, esta vez, como traición del corazón. Pero en este instante siento que el traicionado pudo ser él, mi corazón, de haber quedado huérfana de madrina, mi cartelera. Está claro. Pero cuando pensé en el título, también me di cuenta de que yo podría ser el Padrino. Y al faltarme el Ahijado, estaba omitiendo a dos personas. Y aunque el título prometido hubiese parecido más cinematográfico, tenemos que completar el trabajo y hacerlo redondo, circular, espiral. Porque son esas mismas vueltas las que nos traen, una y otra vez, sin descanso, sin obligatoriedad, a este pequeño rincón del mundo conocido y por conocer. Y esta, querencia mía, es una más de las características de Hablaralto. Hasta la próxima..patada.